historia de la contabilidad

Tan antigua como la necesidad de controlar la riqueza, se sabe que las civilizaciones de hace miles de años ya usaban algún tipo de registros contables.

En la antigua Mesopotamia se desarrollo un temprano pero complejo sistema en el que se escribían cuentas. Egipcios y babilonios plantearon las bases de una adelantada auditoría. Para el Imperio Romano fue fundamental tener acceso a información detallada de la información financiera sobre los tributos. En India, durante el Imperio Maurya, el libro “Arthashastra” contenía ´datos sobre la teneduría de libros de cuentas clave para la soberanía del estado.

Fray Luca Pacioli
Fray Luca Pacioli con uno de sus estudiantes

Durante el renacimiento, el fraile y matemático italiano Luca Pacioli, uno de los compañeros de estudio y de vida de Leonardo Da Vinci, fue maestro de varias generaciones y reunió durante su experiencia diversos textos que después usaba como base de su enseñanza.

Formuló finalmente en 1494 la “Summa de arithmetica, geometria, proportioni et proportionalita”, un tratado que reúne todo el conocimiento relativo a matemáticas conocido en la Italia del inicio de la Era Moderna. En apenas 26 de las 615 páginas que comprendía la obra, describe como funciona la teneduría de libros basada en la Teoría de la Partida doble, la organización de un libro diario y uno mayor, la formulación de la balanza de comprobación, el balance general y la mayoría de las hojas de trabajo que todo profesional de la contabilidad sigue usando.

El libro propiamente dicho, fue editado e impreso por Paganino Paganini ese mismo año, y no tardó en volverse popular entre los mercantes de Italia primero, y en toda Europa colonizadora después.

Casa de contrataciòn en Zaragoza España.
Lonja de mercaderes en Zaragoza, España. Las casas de contratación registraban todas las mercaderías que circulaban entre España y América e intervenían en los juicios comerciales.

Su primera adaptación al español se le debe a la necesidad de la corona española por controlar en idioma nativo las riquezas obtenidas por la potencia mundial de la época. Bartolomé Salvador de Solórzano, un empleado de un mercader italiano, escribió y publico en 1590, el “Libro de Caxa y Manual de cuentas de mercaderes y otras personas”

Gracias a esos trabajos, los negocios evolucionaron rápidamente, permitiendo a las personas interesadas en obtener ganancias hacer uso de la nueva herramienta del siglo XVII: La inversión en acciones.

La creación de las sociedades por acciones permite que cualquiera invierta su dinero en un negocio sin necesidad de operarlo directamente, y al mismo tiempo permite vender y comerciar la propiedad de estas. Esto exigió a los tenedores de libros perfeccionar sus herramientas y agregar técnicas de administración financiera (para toma de decisiones internas) y contabilidad financiera (para toma de decisiones de los inversores).

Hasta el siglo XIX, los tenedores de libros eran personas íntimamente relacionadas con el negocio, empleados de confianza del mercante o de la sociedad. En la Gran Bretaña de comenzaron a formar los primeros institutos y en Julio de 1854, la Reina Victoria atendió la petición de 49 tenedores de libros del Instituto de Contables de Glasgow, recibiendo reconocimiento y respetabilidad Real.

El reconocimiento llego justo a tiempo para atender los vertiginosos tiempos que estaban por llegar de la mano de la Revolución Industrial. Complejas y cuantiosas operaciones eran atendidas por los contadores de la época, que se ganaron, más que nunca antes, una reputación.

Los practicantes iban en aumento y en todos los países alcanzados por la modernidad se formaron Burós y Colegios que defendían y profesionalizaban a sus miembros.

Busto de Don Fernando Diez Barroso
Don Fernando Diez Barroso, primer Contador de Comercio titulado por la Escuela Superior de Comercio y Administración.

En los Estados Unidos, para 1887, se fundó el American Institute of Certified Public Accountants y para 1907 Don Fernando Diez Barroso, recibe el primer título de Contador de Comercio en México, expedido por la Escuela Superior de Comercio y Administración, creada dos años antes por Porfirio Diaz. El mismo Diez Barroso y Eilio Bello un año después, fundaron el primer despacho mexicano de contadores, inaugurando la era de la contabilidad profesional en México

La segunda mitad del siglo XX la contabilidad es marcada por la estandarización de las prácticas. En 1965, se compilan los Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados. En 1973, AICPA, se convierte, absorbiendo diversas instituciones, en el Financial Accounting Standars Board, un organismo rector en América de los estándares de la contabilidad para todas las sociedades mercantiles.

La contabilidad es un conjunto de juicios y técnicas. Por lo que respecta a la partida doble, las repeticiones de operaciones aritméticas son esenciales. Por ello el desarrollo de la computadora de uso general tiene un impacto en la eficiencia del trabajo efectuado. Aunque la máquina de tarjetas de Charles Babbage de 1823, la Mark I de la Universidad de Harvard en 1944, y la ENIAC de la Universidad de Pennsylvania de 1947 sentaron las bases de la computadora de uso general, no fuè sino hasta el éxito de las computadoras de transistores de la Burroughs Serie 5000 (1961) y las diversas IBM que las grandes corporaciones comenzaron a aprovechar el poder de cómputo para procesar sus transacciones financieras.

Steve Jobs y Steve Wozniak en una Apple.
Steve Jobs y Steve Wozniak en una Apple. Entre otros empresarios de la época, dinamitaron el éxito comercial de la computadora para todo propósito de los 80’s a la actualidad.

De 1971 a 1980 la aparición del microprocesador y de las computadoras personales permite a despachos y negocios de todos los tamaños darle eficiencia a sus cálculos y reemplazar en casi una década, la forma global de hacer contabilidad. La computarización cambió

Los siguientes 20 años vimos como las empresas nacionales y globales diseñaban sus operaciones para ser altamente eficaces con la ayuda de la computadora, mientras que la contaduría profesional centraba sus esfuerzos en mantener homogéneos los juicios de valor y de ética.

Un episodio negro en medio de la modernidad apareció en Octubre de 2001, cuando la sociedad pública estadounidense Enron y el despacho internacional Arthur Andersen protagonizaron el escándalo de fraude más grande del que se tenga conocimiento. Lagunas en la interpretación contable, informes financieros pobres, auditorías pobres e interpretaciones libres del código de ética de la época permitió a los directivos de la empresa esconder miles de millones de deudas y proyectos fallidos. Para cuando el fraude fue exhibido, los accionistas perdieron cerca de $11 mil millones de dólares y detonó la última gran revolución a la profesión contable.

Se establecieron códigos y normas de conducta más rígidas por los Institutos de todo el mundo, y la FASB transitó hacia una sola regulación global: IFRS. Además la Ley Sarbanes Oaxley (SOx) marca controles sobre la responsabilidad de los funcionarios desde el gèrmen de cada operación.

La International Acounting Standars Boards a través de las International Financial Reporting Standars (Normas Internacionales de Información Financiera) están haciendo un trabajo intenso y tenaz en todo el mundo para que la contabilidad sea una misma en cualquier punto del globo, a través de cada uno de los Institutos de cada país, quienes no paran de conducir a los profesionales de cada rincón a ejercer su profesión con ética y responsabilidad institucional.